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sábado, 14 de octubre de 2017

Navegar donde haya miles de navegantes hacia las tierras del descubrimiento, pero no perder de vista el propio cultivo, la semilla que uno entierra entre todas sus verdades y misterios, no dejar de navegar con todos los pescadores, amar el mar y la marea, aprender a callar cuando es preciso, pero. Pero que no te gane la política de los vendedores de ilusiones, los verdaderos políticos son los que construyen con sus manos el porvenir colectivo, soñar con altas praderas pero no perder de vista la trama, el paisaje de la libertad que tenemos para cruzarnos, para dejar nuestras palabras, para reflejarnos en sus luces y sombras, caminando con todos el gran compromiso humano de liberación, de desarrollo, en mi tierra imaginaria los políticos no serán profesionales, no serán mascaras que se intercambian, ni bancos, ni pozos petroleros; los políticos serán amasadores, panaderos, mecánicos, doctores, albañiles, arquitectos.

viernes, 13 de octubre de 2017

Una impresión diferente de la libertad, cuando camino por Buenos aires, sentirme acompañado por otros caminantes, sentir como que la camino en un sueño que me une a otros sueños; es una sensación de salud, acaso sentir como una pasión secreta , como si Buenos aires fuera un reino, una ciudadela musical llena de gestos, de ternuras, de secretas y sombrías seriedades, allanando el camino de la alegría, de los grandes llantos de cristal, por las terrazas y los ventanales, por los secretos pasajeros de un colectivo que es mi diaria escena de estar vivo.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Pura vanidad eso de atreverse, eso de percatarse, a veces abismarse en la casa del ombligo. Pura vanidad para retroceder en el mirador y desde el faro ver el gran océano de la dicha mas profunda, la de las hojas secas en el hogar de origen, cerca de la chimenea, cerca de Elena que a veces se resiste a ser nombrada, pero que los hermanos como tribu en su silencio suelen adorar. Porque entre los hermanos corre como un aire fugitivo, una comezón de las paredes, dejando marcas de cuerpos vencidos, de cuerpos como champiñones , como reliquias de su sueño, de toda su locura que es la misma que la mia, una forma de dormirse atravesada entre los líquenes, entre los olmos, en una hierba verde que se agita, su ceniza, su viento, su murmullo, su placenta, su embarazo, su parto, su partida, como la noche azulada de sus pinceles, de su paleta llena de colores para el alumbramiento, para la dolorosa estatura de un nacimiento, me sugiere la memoria siempre este momento, esta familia que se descose , esta trama sufrida, hecha de sangre y de lagrimas, de viejas culpas interiores, de trenes que nunca volverán, en las estaciones de la palabra siempre faltaría algo para soldar, para decir, muchos años mas tarde, para acomodarse a un nueva realidad, en la salud mental derruida, como los latiguillos perezosos de la depresión o el encumbramiento de la mania, yo subiría esas escaleras para trepar al mundo verdadero de los cumpleaños sin futuro, de los eternos nacimientos a la alegría de brindarse, de abrirse y recordarse , al temple de todos los cielos abiertos, inmensos y llenos de sol, como acostumbra el sol en mis vertebras, en mis espaldas, en todo este clarear de la escritura.

lunes, 18 de septiembre de 2017

A pesar de mis enfermedades todavía siento, con un corazón abierto a todas las miradas que tienen algo para decir, me abstraigo en el deseo de conocer, de mudarme de piel, de trastocarme en el espíritu de la dicha, con todos los acontecimientos de mi vida, los que han brillado por mi en los mares profundos, los nacimientos, las metamorfosis a nivel de la sequedad y de la plenitud, pero sobre todo los nacimientos, las habitaciones como uteros, las vaginas solares, la intemperie de sus pechos profundos como ponerse de rodillas para recibir la ternura que viene de su manera de reir, de sus manos y luego de sus sombras, porque todo seria morada de la escritura, música viviente y estelar, pirámide de los vientos, de la mujer árbol, de su carrera incesante donde me pliego, me retuerzo como una corteza llena de nudos, me voy domesticando con dulces palabras sonoras, con un instrumento que deviene tambor, que deviene campana para apaciguar al niño atravesado, el niño profundo que duerme en su propio llanto, que nadie puede consolar, ni siquiera la lluvia o los pajaros del jardín que voltean su canto, su llanto por la tarde de la enfermedad, de su cerebro como un cráter, como una lava que fugitiva, perdura y roza los testículos de dios, roza la penumbra de su inflorecer , de su pagina en blanco, de su canción de cuna, de su mama muerta, de su propia ambigüedad como lobo de la espesura, del torbellino de la locura.

domingo, 17 de septiembre de 2017

un sueño con los candados del dolor; a veces la angustia de reconocerse como siempre fui, en las escaleras mas altas, musicales, una especie de entrevero lunar, una noche de cuerpos desnudos, de toallas mojadas, un olor a almizcle en el espacio, cortando cebolla, fritando vieja comida, por donde salen las almejas, los vinos y los recuerdos de tantas tempestades, de tantas arboledas y casas solitarias, yo vi caer desde la corteza de un árbol todos los dibujos de la tristeza y del amor. Para enraizarse en un circulo de tierra donde cagan las gallinas y los cerdos como piaras, todo mezclado en el potrero donde la libertad de perderse en un galope profundo, hacerse animal, correr el potro al amanecer en la cama de arriba, en el dibujo de la familia, como se dibuja el aburrimiento o el desencuentro o la imposible soldadura de todos los cuernos habidos en pleno casamiento de los animales y las bestias ultrajadas en el cuerpo de dios, en el desorden completo de algunas noches, como visiones de grandes temperaturas o sabores, donde siempre están llegando, siempre lenguajeando las viseras, los ojos tuertos de la noche y el saxofón como rutas interminables o camiones que vienen de frente y algún choque mortal y algún reparo para dormir y todo lo que se acuesta en ese accidente de los hierros retorcidos.
yo he resuelto parte de mis enredos, he logrado descifrar en la oscuridad cuales son mis caminos superiores, cuales mis debilidades, en donde no me reconozco y soy capaz de traicionarme. por eso mismo encuentro paz en mi felicidad, se que puedo hablar de las cosas que me pasan, que puedo escribir o conocer nueva gente o relacionarme mejor. Todo esto que parece un diario en realidad siempre me ha servido para afrontar los grandes desafíos de mi vida, que han sido muchos. Mas alla de la necesidad de reconocimiento, la necesidad de cura de las heridas fundamentales, de los dramas de papa y mama, de las mutilaciones y la falta de compañía y la soledad con las llamas abiertas del fuego de la belleza, algo asi como la vida espiritual que recorre tus días, una especie de idealismo, de confrontación critica con el mal de la política, de todo lo exacerbado que hay en la corrupcion, en las verdades a medias de los popes de la moral, que hablan de los pobres y se comen a los pobres, cuando no se que mas decirte de toda esa clase política del discurso estudiado entre las piernas de la necesidad de un voto, para transformarse en poderosos millonarios, en todos los partidos hay esa búsqueda siniestra y yo, apostando al anarquismo de los ideales, a lo libertario de toda consumación para todos, de un don de caminar solo con el corazón , construyendo redes, tejiendo siempre la pieza única de mi lenguaje, en mi necesidad de salud, para amanecer a una vida posible,

jueves, 31 de agosto de 2017

Pintar un cuadro y verla pintando, como si ella tuviera raíces o estambres, pintar la flor completa del dolor y aguantar la puñalada en plena melancolía. Todo eso me lo contaron al nacer, eso fue escrito en mi cuerpo, detrás de las bibliotecas, en un espacio de muchas dimensiones, donde tus manos y tus pies se adivinan en el centro de aquel dormitorio vacio. Si todas las palabras rasguñadas en los cuadernos, todas las intenciones que se devoran a si mismas, que son como enunciados de una vieja polvareda, un juego de cristales rotos, como los cristales que forma la nieve en la ventana de la casa de campo, las heladas de tu timidez, el bloqueo inmaduro de tu personalidad, todo lo que llora de vos mismo, todo lo que duele en el interior de tu propio dolor, cuando acaso has esperado demasiado lo que te invita a crecer en tu padecimiento, en tu estadia bipolar en el mundo de las cosas oscuras, el desencuentro en los espejos del habla, mordiendo acaso la palabra como si fuera una tentativa, una casa del dolor para aparecer sentado abajo de un molino en plena infancia, reajustando las piezas del niño que deformas con cruces que atas con misales, todo eso lo destruyes y lo acomodas en sus pedazos sueltos, en el rincón de un armario lleno de muñecos y romper con la lógica para destrabar la muerte, que trae tanto, que se lleva tanto de su blancura inacabada, de sus cumpleaños que llenan la panza del invierno con otras panzas.